lunes, 16 de diciembre de 2013

LAS NUEVAS REGLAS DEL ARTE PÚBLICO

Porque hasta para el arte todavía hay reglas, mi último comentario del año 2013 -Del Museo Imaginario se va de vacaciones y regresa  hasta el 13 de enero-, es acerca de un artículo publicado esta semana en el blog Public Art Now, editado por Situations, una organización con sede en Bristol, Reino Unido, dedicada a reflexionar y a proponer sobre el arte público, sus manifestaciones, contenidos y disfrute.

En el post del 12 de diciembre de 2013 titulado “The New Rules Of Public Art” (“Las nuevas reglas del arte público”), proponen 12 puntos destinados a animar a los creadores, artistas y gestores culturales a salir del conservadurismo, evitar los lugares comunes y por lo tanto, a reformular la experiencia del arte público para el siglo XXI. A continuación el listado -la traducción al español es mía-: 

  1. No tiene que verse como arte público
Los días de los héroes de bronce y las chucherías sin sentido están contados. El arte público puede tomar cualquier forma o manera de encuentro (…). Está preparados para ser sorprendido, encantado y exasperado.

  1. No es para siempre
Desde el aquí-ahora-desaparecido-mañana, “escultura de un sólo día”, hasta el crecimiento de una futura biblioteca en el transcurso de cien años, los artistas están sacudiendo la expectativa de vida de las obras de arte público. Los lugares no permanecen estancados y estáticos, ¿por qué lo estaría el arte público?

  1. Crea espacio para lo no programado
Comisionar arte público no es un proceso simple de diseño-construcción. Las obras de arte arriban a través de una serie de accidentes, fallos y experimentos. Los momentos de incertidumbre y replanteamiento son puntos donde la obra de arte recupera su foco. Deja que las respuestas al arte se desenvuelvan con el tiempo y permanece abierto al potencial de que lo imprevisto, ocurra. 

  1. No lo hagas para una comunidad. Crea una comunidad
Se cauteloso al definir previamente a una audiencia. Las comunidades raras veces surgen de una geografía sino de un propósito en común.

  1. Retírate de la carrera armamentista cultural
Las poblaciones y ciudades alrededor del mundo están recluidas en un solo estilo de arte público. En una cultura de marcas globalizadas y pueblos clonados, anhelamos lo auténtico y lo distintivo. Si estamos haciendo los lugares, hagámoslos inusuales.

  1. Demanda más que fuegos artificiales
Cree en el callado, inesperado encuentro tanto como en la magia de un espectáculo masivo. A menudo, la transformación ocurre en el silencio de un momento a solas o en un momento compartido de entendimiento, antes que en la euforia de los silbatos y las serpentinas. 

  1. No decores, irrumpe
Necesitamos diseño urbano inteligente, luz urbana inspiradora y edificios emblemáticos, pero el arte público puede hacer mucho más que decorar. Las interrupciones a los entornos cotidianos pueden abrir los ojos a nuevas posibilidades más allá del embellecimiento artístico.

  1. Comparte la pertenencia libremente, pero la autoría sabiamente
El arte público es sobre la gente y hecho con la gente, pero no siempre por la gente. Los artistas son hábiles pensadores creativos, así como hacedores. (…) Confía en el juicio del artista, sigue su liderazgo e invierte en el proceso.

  1. Da la bienvenida a los foráneos
Los foráneos desafían nuestras nociones sobre lo que consideramos verdadero de un lugar. Acoge la oportunidad de ver a través de los ojos de la otredad.

  1. No gastes tiempo en definiciones
¿Es escultura? ¿Es arte visual? ¡A quién le importa! Hay cuestiones más importantes por contestar: ¿te conmueve? ¿Sacude tus percepciones del mundo a tu alrededor (…)? ¡Quieres contarle a alguien sobre esto? ¿Quieres saber más?

  1. Aplaza tu incredulidad
El arte nos da la oportunidad de imaginar formas alternativas de vida, de desaparecer en la madriguera del conejo, de vivir un momento en un mundo diferente. Las especificidades locales pueden ser un punto de inicio, pero el arte público no es una  lección de historia. Prepárate, porque podría no decir la verdad.

  1. Piérdete.
El arte público no es un destino ni una brújula. Los artistas nos animan a seguirlos a través de caminos inesperados en tanto su trabajo se despliega. Entrega el manual, sal del camino más transitado del arte y entra en el laberinto para perderte en terrenos poco familiares.


Para finalizar esta entrada les dejo el video de una acción del colectivo estadounidense "Improve everywhere" (“Mejoras por doquier”) que en la ciudad de Nueva York colocó un podio vacío frente a la Orquesta del Carnegie Hall para que cualquiera que pasara por ahí, subiera, y condujera una pieza. La acción tuvo por nombre “Conduct us” (“Condúcenos”) ¿Opiniones? 


lunes, 9 de diciembre de 2013

MISCELÁNEA. GUÍA DEL COMERCIO POPULAR Y TRADICIONAL DEL CENTRO HISTÓRICO DE LA CIUDAD DE MÉXICO


La agitada animación que se experimenta en las calles del centro de la ciudad de México los días previos a la Navidad y Fin de Año tiene mucho que ver, claro está, con su abundante oferta cultural y actual posicionamiento como lugar de convivencia social y de entretenimiento; pero sobre todo, me parece que está relacionada directamente a su histórica vocación comercial, financiera y mercantil.

Como el homínido cazador – recolector que soy, uno de mis entretenimientos favoritos es  llevar a cabo expediciones a los comercios tradicionales de la ciudad de México, buscando en cada ocasión lo impensable y hallando casi siempre lo increíble. En estos casos, la posibilidad del hallazgo tan sólo es superada por la variedad en la oferta, colosal como el orgullo de un marchante que sabe todo sobre su mercancía y recela de las preguntas destinadas a develar los secretos de su oficio Si la economía es el motor de la historia, la práctica social más accesible e inmediata de ésta es la relación que se establece entre individuos durante la compra-venta y el clásico “llévelo, llévelo, joven, barato”. ¿O acaso no se conoce mejor el alma de un pueblo al visitar sus bazares, comedores, misceláneas y mercadillos?  

El libro Miscelánea. Guía del comercio popular y tradicional del Centro Histórico de la Ciudad de México es un esfuerzo editorial,  visual y periodístico que da cuenta de la vitalidad y creatividad en las farmacias, perfumerías, talabarterías, mercados, mercerías, tiendas departamentales, librerías, artesanías, tlapalerías, restaurantes, zapaterías, mueblerías, tianguis, ópticas, joyerías, ferreterías y un larguísimo etcétera, que se encuentran en este sector de la ciudad de México.

Es un placer hojear este volumen editado bajo el concepto y dirección editorial de Marie-Aimée de Montalembert y Ángeles Ruenes, quienes tuvieron el atino de elegir  las fotografías que lo ilustran a manera de un ensayo visual en un coro de miles de voces. La publicación cuenta además con dos ensayos, uno de Fabrizio Mejía Madrid bajo el título de “Concéntricos” y otro de Antonio Calera-Grobet, “El mercado visto desde adentro”. Se complementa esto con un mapa desplegable para la ubicación de los negocios y un índice analítico por género de mercancía y por zona en la que se encuentra.

Le recomiendo que en esta Navidad haga usted una buena obra: adquiera sin demora esta publicación y envíela como regalo a un chilango en el exilio. Haga feliz a un expatriado que, por una u otra razón, se encuentra lejos de su tierra y que, a pesar de ponderar las virtudes del lugar donde ahora se encuentra, vive nostálgico y melancólico, extrañando la sorpresa cotidiana que el caos de su ciudad de origen le reservaba todos los días. Estoy segura que se lo agradecerá eternamente (como yo).


Miscelánea. Guía del comercio popular y tradicional del Centro Histórico de la Ciudad de México  (Ediciones El Viso. España, 2013. Formato rústico, 766 páginas. Costo aproximado $399 pesos m.n.)

lunes, 2 de diciembre de 2013

ARTILUGIOS PREVIOS A LA INVENCIÓN DEL CINE

El cine es una forma de entretenimiento que, como práctica social, tuvo sus primeros antecedentes en algunos espectáculos que fueron muy populares a finales del siglo XVIII y principios del XIX. El teatro de sombras hizo furor en la corte francesa de Versalles hacia 1772 y el Panorama – paisajes pintados sobre tela semitransparente, iluminados y con ilusión de movimiento- fascinó al público en teatros europeos como el llamado Diorama de Louis-Jacques-Mandé Daguerre, también inventor del daguerrotipo. Estas atracciones se sumaron a la tecnología y usos de la caja obscura, la linterna mágica y, posteriormente, de la fotografía como condiciones necesarias para el desarrollo de la cinematografía a finales del XIX.  

Anteriormente, era posible deleitarse con imágenes en movimiento mediante juguetes y artilugios ópticos que basaban su funcionamiento en el supuesto fenómeno de la persistencia retiniana o de la visión. Este fenómeno planteaba, de acuerdo a las teorías de la época, que una imagen “permanecía”  en el ojo una fracción mínima de tiempo, la necesaria para crear una percepción de movimiento aparente mediante la sucesión de imágenes estáticas.  El primero de estos recursos fue posiblemente el Taumatropo (1825), un sencillo juguete consistente de un círculo cortado de cartón con una imagen pintada a cada lado que al girar sobre su eje creaba la ilusión de combinar ambos. Posteriormente surgieron otros aparatos como el Fenaquitoscopio (1829), el Zootropo (1834) y el Praxinoscopio (1877), todos sustentados por este mismo principio.


Dos pioneros anticiparon la cinematografía a partir de la toma de fotografías secuenciales del movimiento. El primero fue Eadweard James Muybridge quien en 1897 publicó sus series de animales y personas captadas en locomoción. Étienne Jules Marey, por su parte, desarrolló la cronofotografía y los principios de la primera cámara portable. En ambos lados del Atlántico se desarrollaban ávidamente invenciones que llevarían en última instancia a la experiencia del cine tal como lo conocemos actualmente: Louis Aimé Augustin Le Prince filmaría la primera película conocida en 1888, Thomas Alva Edison patentaría el cinetoscopio en 1889 y los hermanos Lumière inventarían el cinematógrafo y filmarían sus primeras películas a partir de 1895.

El invento no tardaría mucho en llegar a tierras mexicanas: en 1896 Claude Ferdinand Bon Berbard y Gabriel Veyre, fueron enviados por los hermanos Lumière para mostrar al presidente Porfirio Díaz el cinematógrafo. Como resultado, filmaron la primera película en nuestro país con el título El presidente de la República paseando a caballo en el Bosque de Chapultepec. El cine había recorrido un largo camino desde las sombras chinescas y los juguetes ópticos hasta la proyección de imágenes en movimiento y la narrativa argumental.


Con esta entrada doy por terminada la serie destinada a comentar las cuatro sesiones de mi curso en el Museo Arocena acerca de las grandes revoluciones técnicas en la reproducción y la recepción de la imagen entre los años de 1789 a 1890.