jueves, 22 de abril de 2010

MÉXICO EN TUS SENTIDOS. FRIVOLIDAD CULTURAL

En este año del 2010 hemos visto cómo el asunto de la “mexicanidad” se ha vuelto un tema de discusión que va aparejado al programa de conmemoración del centenario de la Revolución Mexicana y bicentenario de la Independencia. En ese sentido, quiero comentarles acerca de un evento de esta agenda de festejos. Se trata de la exposición que lleva por nombre “México en tus sentidos: Museo Monumental Itinerante” y que pareciera tener como misión promover “el orgullo de ser mexicano”.

“México en tus sentidos” fue inaugurado el pasado mes de marzo como una muestra itinerante de acceso gratuito. El contenido versa alrededor de las fotografías y videos realizados por el artista mexicano Willy Sousa quien durante los ocho años anteriores recorrió el territorio nacional para llevar a cabo su labor. Cabe aclarar que la mayoría de las imágenes no son inéditas, debido a que ya habían formado parte de la campaña “Visit Mexico” y de la cual se hicieron varias cápsulas televisivas. Actualmente, Sousa es el director artístico de este museo que presume de contar con tecnología de punta para el montaje de las fotografías y la proyección de video.

Por su parte, el Museo Monumental es un edificio de cuatro mil metros cuadrados proyectado por el despacho de arquitectura de Sordo Madaleno. Predeciblemente se encuentra ubicado en la explanada del Zócalo de la Ciudad de México, una de las plazas públicas más grandes del mundo y que, en los últimos años, se ha visto convertida en escenario de ferias al aire libre, conciertos populares y demás eventos multitudinarios.

Para ingresar al museo es necesario hacer una larga fila, aunque también existen accesos preferenciales para las personas de capacidades diferentes y de la tercera edad. La presencia de cuadrillas de organizadores es constante y su función es orientar al público en todo momento.

Ya en el interior, todo impresiona. La considerable altura del edificio, las enormes fotografías y la media penumbra, todo acompañado de música new age ambiental inducen a los asistentes a portarse reverenciales y a hablar en voz baja.

El público, que para estas alturas se siente muy pequeño, intenta circular, pero por la cantidad de gente que se concentra no queda de otra más que caminar en una sola dirección (hacia la salida). En el recorrido necesariamente lineal, los espectadores se ven avasallados por fotografías escandalosamente coloridas, agigantadas y montadas como grandes fotomurales. También pueden ver los videos en pantallas LCD, pero francamente el paso continuo no permite mucho tiempo para detenerse frente a ellas.

La exposición se divide en varios núcleos temáticos conformados por fotografías ausentes de toda espontaneidad, cuidadosamente preparadas y casi manufacturadas. Esto no sería en lo absoluto cuestionable si no fuera porque la exposición se esfuerza en mostrarnos el “verdadero México”.

Entre las imágenes vemos grupos humanos (de preferencia niños o gente de la tercera edad), vistas de la naturaleza siempre anónima, imágenes por supuesto cristianas, arquitectura y monumentos que por enormes ya eran difíciles de ignorar, artesanos haciendo lo suyo, fiestas y mercados muy coloridos y llenos de abundancia, quinceañeras como merengues en color pastel, y un largo etcétera que de alguna manera u otra pretende aludir a “lo mexicano”.

Escasos son los textos que introducen cada uno de los módulos temáticos de la muestra, lo cual me pareció una excelente decisión si se considera que el público no está en la mejor posición de detenerse a leer nada. Igualmente no hay identificación alguna de las imágenes. El publico sólo debe rodar y rodar, es México en tus sentidos y nada más.

De repente y casi al final del recorrido, una voz en off advierte que en unos cuantos minutos empezará la proyección de un video. La multitud ingresa cautelosa a una sala amplísima, semicircular, con tres pantallas gigantes. Se apaga la luz. Un mosaico de imágenes –y por qué no, de emociones- se sucede uno tras otro en un ritmo hipnótico. La visión que tienen los organizadores sobre México se ha inoculado en el público que mantiene la mirada fija. La obviedad hace su máxima aparición cuando la bandera mexicana es desplegada en varias de las escenas y como gran final, un hombre se arranca a galope, raya el caballo y ondea el lábaro patrio al viento. Predeciblemente, se parecía a Pancho Villa.

Al término del video, el público aplaude. Sí, aplaude. Había lágrimas también. Y muchas sonrisas. Claro, este es un México idealizado. Un México del Canal de las Estrellas.

Es evidente que el museo está favoreciendo el concepto de cultura espectacular y masiva. “México en tus sentidos” logra conmover, provocar y sorprender. Ojalá que también nos hiciera reflexionar. De entre todos sus fallos, ése sea probablemente el principal: su efectismo y superficialidad.

Pero estoy siendo injusta. Finalmente ¿quién quiere cuatro mil metros cuadrados de museo para exhibir los problemas, los retos, incluso las miserias de México? El gobierno federal no.

Entonces, “México en tus sentidos” ¿es cursi? ¿Manipuladora? ¿Frívola? Mi respuesta a todo es sí. Sin embargo, y a pesar de esto, quiero rescatar la reacción del público. A la salida pensaba sobre cuántas veces hemos asistido o creado exhibiciones con buenos contenidos pero que dejan al público frío. Yo no quiero que acaben llorando, pero algún aplauso al final no estaría nada mal.

Después del video y a pocos metros de la salida, los organizadores colocaron un área de venta de souvenirs. Por supuesto que yo sucumbí al consumismo en medio del entusiasmo y la emoción colectiva. Me resistí, pero no mucho.

Como reflexión final acerca de si una exposición cómo ésta afirma o no la identidad cultural (en singular o en plural, como identidad o bien, como identidades) me parece que también en ese aspecto, la muestra se queda bastante corta. Esto es debido a que la identidad no es tanto una realidad absoluta o un hallazgo fotográfico, tampoco es una visión unificadora generada desde el poder o desde los medios televisivos, sino que puede ser un proyecto a futuro de cómo queremos ser como individuos, como colectividad y por ende, como nación (si aquí cabe ese concepto). La identidad cultural se parece mucho a la soberanía: emana del pueblo.

Ojalá que el gobierno federal comprendiera que la identidad cultural de un pueblo es un importante capital social, basamento absoluto a partir del cual puede construirse una sociedad más justa y equitativa; sobre todo en estos tiempos de ambigüedades políticas y falta de seguridad. No un patrimonio fácilmente manipulable que puede utilizarse como pretexto para inducir bajo el pretexto de la emoción, conceptos demasiado simplistas acerca de nosotros mismos.

En fin, que si alguno de ustedes quiere disfrutar de un paraíso mexicano edulcorado y unos buenos achuchones provenientes de una masa de perfectos desconocidos, no se pierdan “México en tus sentidos” en su última semana de exhibición en el Zócalo del DF. Si no pueden asistir ahora, no se preocupen, ya que posteriormente itinerará por otros puntos de la República Mexicana en lo que menos se lo esperan.

¿Aún curiosos? Vean los siguientes dos links, el primero con las opiniones del público al respecto y el segundo con el promocional oficial.

http://www.youtube.com/watch?v=mPEKtzAxquk

http://www.youtube.com/watch?v=cVYiGSm4HlQ&feature=related


IMAGEN: Zócalo del DF con “México en tus sentidos”

jueves, 8 de abril de 2010

INTERPRETANDO LA HISTORIA DESDE EL NORTE DE MÉXICO (PARTE 3 DE 3)

LA COLECCIÓN AROCENA: OPULENCIA Y ECLECTICISMO

A partir de la abundancia económica y una forma de vida cosmopolita era de esperarse que los descendientes del empresario Rafael Arocena quisieran mostrar en su residencia de Torreón lo que Certeau definió como el lugar social.

Sus gustos y aficiones pueden documentarse en abundancia tanto por los objetos que actualmente conforman la colección Arocena, como por los inventarios de propiedades realizados con cierta periodicidad y también por el tipo de publicaciones encontrados en su biblioteca familiar: Muebles et ensambles brétons (Gaulthier, 1930) y Genuine Antique Furniture (Arthur Major Debles, 1929), así como numerosos ejemplares de la revista norteamericana Fine Home. A partir de estas fuentes, la material y la documental, fue posible deducir que la familia se inclinó primordialmente por el arte y el mobiliario europeo, con o sin intenciones coleccionistas, pero siempre con especial atención a contar con las mejores comodidades que ofrecía la vida moderna de su tiempo.

En cuanto a las obras de la colección que fueron deliberadamente adquiridas con la intención de ser “coleccionables”, todas ellas son anacrónicas a la construcción del Edificio Arocena. La temporalidad es especialmente distante en cuanto a la pintura, escultura y platería se trata, ya que la mayoría de ellas son de referencia barroca, renacentista, Luis XVI e incluso rococó.

En el proceso de investigación se catalogó la mayor parte de la obra en las categorías de estilos surgidos en las últimas décadas del siglo XIX como el isabelino en España y el neogótico en el Reino Unido. Igualmente se encontraron numerosos muebles de tendencia historicista, inspirados en el Chippendale, el eduardiano y el neoclásico, todos en boga hacia 1900. Posteriores a esos años, se ubicaron algunos objetos decorativos en la corriente del art decó.

Todo esto, aunado a que interior del edificio ostenta detalles decorativos art nouveau, modernistas y algunos sorpresivamente rococó, resulta en un conjunto ciertamente ecléctico. Un bello y opulento catálogo de estilos y tendencias primordialmente europeas en el arte y las artes decorativas.

DEL HECHO AL DICHO: EL GUIÓN MUSEOLÓGICO

En el espacio privado, cada objeto, mueble y habitación interiorizan la función asignada por el uso, pero también se revisten de dignidad simbólica; por ende, la casa entera lleva a su término la integración de las relaciones temporales en el grupo semicerrado de la familia. [1] De tal suerte que la cultura material también permite establecer hipótesis sobre la economía, la política y las relaciones humanas en un lugar y momento específicos.[2]

En concordancia a las teorías museológicas contemporáneas, la Casa Histórica Arocena busca propiciar la experiencia museística del público, esto mediante espacios y actividades integralmente concebidos para lograrlo. Bajo ese concepto, se reproducen y recrean ambientes en las habitaciones, los cuales permiten a los visitantes participar y despertar sus emociones, otorgándoles las herramientas necesarias para la interpretación y otorgamiento de sentido.

Estas habitaciones, concebidas como ambientes, propician la interpretación histórica. Colores, formas, materiales, colocación, espacio, todo es funcional, adaptado al orden o al sistema de los objetos y el valor de significado que ostentan. En cada una de ellos se trata un punto de vista específico sobre el conjunto de información que da sentido a la existencia de la Casa Histórica Arocena. Cada habitación evoca historias relacionadas a la vida privada, la economía, la política y la sociedad de un tiempo que es considerado por muchos como una belle époque en la Comarca Lagunera.

El guión museológico se inclinó hacia la narrativa de hechos concretos, casi anecdóticos, que favorecieran la concatenación de circunstancias para reconstruir en la mente del visitante el panorama general, la visión de conjunto, es decir, el contexto histórico general.

Los ambientes de la Casa Histórica Arocena y las temáticas tratadas en cada uno son:

Introducción a la Casa Histórica Arocena (Patio central) Historia local y arquitectura

Hollywood visita La Laguna (Recibidor) Vida cotidiana y sociedad

Una gastronomía lagunera (Cocina y comedor) Vida cotidiana y sociedad

La visita del embajador (Gran salón) Sociedad y economía

El capital algodonero (Despacho) Economía regional y Revolución

De la hacienda a la ciudad (Recámara de caballeros) Economía, vida rural y urbana

El baño más moderno de La Laguna (Baño) Urbanismo y vida cotidiana

Mujeres al mando (Recámara de damas) Historia de género y economía

Un juego de bridge (Gabinete) Vida privada y decoración

Migración y religiosidad (Oratorio) Sociedad y vida privada

REFLEXIÓN FINAL

La Casa Histórica Arocena aborda la importancia del capital proveniente del campo –y más específicamente el proveniente de la actividad algodonera- y su relación con el desarrollo urbano de Torreón a principio de los años veinte. Este bienestar financiero es el que hizo posible la construcción del Edificio Arocena, un espacio destinado a tener un uso habitacional en su tercera planta, administrativo en la segunda y comercial en la planta baja.

Como concepto, el Edificio Arocena es sui géneris desde origen, y a la vez, es reflejo de su propio tiempo. Su estilo arquitectónico, alejado del vernáculo mexicano, puede relacionarse en parte con la influencia de los movimientos de vanguardia europeos como el modernismo, aún popular durante gran parte de los años veinte. Esta característica del Edificio Arocena enfatiza el vínculo que une La Laguna con Europa, y más específicamente con España y el País Vasco en este caso.

Los contenidos museológicos de la Casa Histórica Arocena visitan el fenómeno del emprendedor en el norte de la República, en muchas ocasiones inmigrante extranjero o nacional, que habita en la región lagunera hacia la tercera mitad del siglo XIX y que constituye el paradigma del empresario norteño. Este modelo de empresario heredó a su descendencia hacia la segunda década del siglo XX un estilo de vida cosmopolita, de continuos viajes y traslados en México y hacia el extranjero.

Estas condicionantes se reflejan en la forma de vida que llevaron los habitantes de la Casa Histórica Arocena quienes no la utilizaron como una residencia de ocupación continua, sino durante temporadas espaciadas ya que contaban con otras residencias en España, México y Estados Unidos.

Desde el punto de vista de la historia social y de la historia de la vida cotidiana, la Casa Histórica Arocena discute el papel de quienes llegaron a frecuentarla ya que principalmente destaca la presencia del género femenino en la toma de decisiones tanto en el ambiente doméstico como en la vida empresarial, un elemento indispensable para la comprensión de la forma de hacer negocios desde el Edificio Arocena y la personalidad de sus ambientes.

En resumen, este nuevo espacio museístico es una importante aportación de la Fundación E. Arocena en el rescate del primer cuadro de la ciudad de Torreón y en la preservación y difusión de la historia y el arte interpretado desde el norte de México.



[1]JEAN BAUDRILLARD. El sistema de los objetos. Siglo XXI, México, 1979, p.13

[2] BRADLEY C. BROOKS. “The historic house furnishings plan: process and product”en JESSICA FOY CONELLY. Coord. Interpreting historic house museums. Altamira Press. USA: 2002, p.p. 2-3